Yo creo que no existe ningún dominicano a quien no le haya tocado en algún momento de su vida, abrir la tapa de una cisterna y sacar dos cubetas llenas de agua para darse un baño.Lo primero es bregar con la cubeta. Si no es de buena calidad, el alambrito que las agarra termina subyugado ante la ley de gravedad y no queda más remedio que observar el desalambrado recipiente en un decenso indetenible hasta el fondo de la cisterna. Yo no recuerdo ninguna cubeta de color rosado que jamás haya servido para nada.
Ya sacada el agua, te conviertes en el “Caracol Babosa” más grande del mundo, pues todo el camino hasta el baño vas dejando un rastro de agua que generalmente no te toca trapear a tí.
Casi siempre una cubeta dá para el aseo, pero si tienes que sentarte en el trono antes del baño, entonces hay que destapar el tanque a ver si hay suficiente agua para una “bajada”, de lo contrario hay que llenarlo primero y regresar a la cisterna a buscar otro cubetazo.
Ahora es que la vaina se complica. Ni el guerrero ninja más destacado puede compararse a la intensa concentración necesaria para tirarse ese primer fuetazo de agua fría. Yo bailaba una especie de “danza de la lluvia” tratando de olvidarme de la mano con la que agarraba el jarro, poncherita, lata ó vaso plástico, pero mis esfuerzos eran inútiles. Cuando el líquido hacía contacto conmigo, era muy común el “malapalabrerío” instantáneo entrelazado por un “ofrézcome a la virgen carajo”.
Ya mojado y controlada la tembladera involuntaria, era cuestión de enjabonarse y darsé champú. Con la cabeza y cara llena de espuma y a medio enjabonarse el cuerpo, comenzaban las preocupaciones sobre la administración inicial del agua. ¿Quedará suficiente para quitarme el jabón?, la curiosidad es tan agobiante que te arriesgas a abrir un ojo para chequear el agua restante. Sucedido esto… el jabón es lanzado sin importar su destino y a ciegas comienzas a tantear donde está la jodida cubeta para sacarte la espuma del ojo!!
Con un ojo rojo y un inventario total de cuatro vasos de agua restantes, te quitas el jabón de la cabeza procurando estar completamente derecho para que el agua en decenso se reparta lo más posible por el resto del cuerpo y guardas un vaso para enjuagar el área donde el agua inicial no penetra. Lo que resta es levantar la cubeta y darse el último bautizo con el poquito que no puede recoger el vaso.
Cuanto joder para bañarse, solamente para salir de la bañera e inmediatamente escuchar los gases provenientes de la tubería, augurio de que alguien prendió la cisterna.
Al dominicano hay que darle un premio, ¡Que pajarito que aguanta vainas!
1 comentario:
Bueniiiiiiiiisimo. Una descripcion muy bien detallada.
Jose Lagares.
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